septiembre 30, 2008

Ayer mi amiga, hoy, mi ángel


Niña, amiga mía y hermana, tengo tantas cosas que contarte, hay risas que quedaron pendientes, copas sin beber, metas por definir, sueños que expresar, historias de amor y de encuentros románticos, y de los encuentros vanos y sexuales que debieron ser tema de debate… no alcanzo a comprender que en este espacio no comparta más la sencillez de tu risa, ni esa tu expresión tierna que no era coherente con tu gesto de malicia.

Y te recuerdo con la dulzura que las dos prometimos ser, pero que al final nos confesamos mujeres y seres terrenales, más terrenales que seres... mujeres de ideología compartida, de inquietudes semejantes, pero ahora yo camino sin tu complicidad, sin tu mano de amiga, y no entiendo y no creo que ya no estás, no se cómo paso y no necesito que me lo expliquen, tal vez con el tiempo lo iré aceptando, sólo tal vez con el tiempo.

Tu nombre fue un sello en mi alma, dicen, tú eras la gemela de la mía... siempre evocó el recuerdo de tu nombre al de la seda blanca, y tenía paz de equiparar mi alma con la tuya, era bueno, era sabio y resultaba lógico.

No es inevitable que piense en lo que no dije, en lo que me faltó compartir, pero me queda la tranquilidad de amarte mucho, de colocarte en ese lugar especial al que no invite a nadie, era tuyo, y de alguna forma extraña tú eras única, como confieso, no tengo la capacidad de explicar, ni la intención, espero que si fuese posible desde otra vida, pudieses asomarte en mi interior y deleitarte con el amor que te tengo y que ahora se queda sólo para mi, no podré compartirlo con nadie más, y una vez más digo, ni tengo intención. A veces soy muy egoísta.

Te voy a extrañar Almita, te voy a extrañar...

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